miércoles, 20 de enero de 2016

Imparable, pura adrenalina

Ves un título como ese, totalmente fiel al original por cierto, y ves que la cosa va de trenes y te preguntas cómo conseguirán que una historia así, basada en hechos reales, conseguirá mantenerte pendiente de la pantalla y pegado al sofá. La respuesta es adrenalina y química.
Salvo por la presentación de la situación y de los personajes, que es algo más pausada y que no dura demasiado, el ritmo de la película es frenético de principio a fin, algo que es evidente que a Tony Scott se la da pero que muy bien, lo mismo que rodar con Denzel, con el que ha coincidido en varias de sus obras y curiosamente la anterior también de trenes. Quizá sea de esos directores a los que se pueda tildar de "videoclipero" pero es de los que sabe hacerlo sin dejar totalmente de lado la trama, que aunque simple, hace que consigas conectar con los dos protagonistas.
Es ahí, con el dúo Washington/Pine, donde llegamos a la química. Es sorprendente cómo conectan tanto sus personajes, como ellos mismos seguramente, en los momentos que comparten dentro de la cabina del tren, tanto en los más distendidos como en los más tensos o dramáticos. En el sentido de las actuaciones, muy logradas ambas aunque con ventaja para Denzel como era de esperar, he de decir que nunca dejo de maravillarme del trabajo de caracterización que hace la práctica totalidad de grandes actores del otro lado del charco, si lo comparamos con lo que muchos que alcanzan el estrellato aquí en nuestro país. En concreto me refiero a algo que se puede apreciar cuando ya has visto unas cuantas cintas en VO de un actor en concreto y flipas, yo al menos lo hago, con lo diferente que suena al interpretar a un piloto de avión, "El vuelo", y aquí que es un trabajador ferroviario que lleva casi treinta años moviéndose en un entorno que al final se nota hasta en tu manera de hablar. Seamos sinceros aquí, salvo honrosas excepciones, nuestros actores y actrices suenan lo mismo si son albañiles que si son directivos de empresa, o si la historia se ambienta en la actualidad que en los años veinte del siglo pasado y eso es algo que es cuestión de trabajo y no solo de talento. Quizá a alguno le pueda parecer algo carente de importancia pero yo creo que eso ayuda a que el propio intérprete destaque y a darle más cuerpo a un film que sin esos pequeños detalles podría acabar siendo del montón.
En el resto de aspectos es difícil destacar nada aunque todos cumplen con su función, con unos secundarios provenientes de series principalmente, encabezados por una Rosario Dawson que imagino que muchos agradecerán ver en pantalla y un Harry Gregson-Williams que demuestra una vez más su solvencia para crear partituras que no alcanzan a las de las grandes ligas pero que siempre dotan de cierta personalidad a todos los videojuegos y films en los que participa.
No esperaba nada de esta película y quizá por eso me sorprendió muy gratamente, sobre todo porque consiguió mantenerme en tensión y pendiente de lo que sucedía durante la hora y cuarenta minutos que dura, que se me pasó en un visto y no visto. Claramente no es una cinta profunda ni que vaya a quedar en los anales pero demuestra que cuando se sabe lo que se hace, el entretenimiento puro y duro puede ser algo muy disfrutable y reivindicable.

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