martes, 5 de mayo de 2015

El método... si Gronholm levantara la cabeza.

Buscando tener siempre el Motel bien surtido de todo tipo de cine en sus habitaciones y tratando de no dejar demasiado de lado a nuestro cine, solemos aprovechar cada oportunidad que se nos presenta para ver películas como esta de "El método", basada en la obra de teatro "El método Gronholm", la cual por lo visto tiraba mucho más por el camino de la comedia que su adaptación, donde el drama se enseñorea de la práctica totalidad del metraje. En ese sentido no creo que haya nada criticable, porque no soy de los que opinan que un giro de 180 grados si el espíritu se mantiene o, incluso aunque no sea así, el resultado va a ser malo, simplemente es diferente.
La idea de mostrarnos una entrevista de trabajo en grupo que poco o nada tiene que ver con las dinámicas de grupo que se hacen cuando vas a esas entrevistas multitudinarias donde, al igual que en la película, puedes ir intuyendo la personalidad de cada uno de los allí presentes, me parece si no original, muy interesante y es eso lo que realmente salva a la película. Y ahora paso a explicaros por qué en mi opinión es eso lo que no la hace caer en la mediocridad pese a la nefasta elección de actores y actrices salvo en algunos casos.
La desconfianza que se va apoderando de la sala donde los aspirantes son sometidos crea unas situaciones de tensión muy bien logradas si no fuera porque hay actores como Ernesto Alterio al que supongo que le dirían que sobreactuara para que su personaje, uno de esos que quiere contentar a todos pero que está siempre con el puñal listo, resultara aun más penoso en sus reacciones pero es que Alterio ya sobreactúa por si solo así que con esa doble exageración o esa redundancia queda ridículo; Najwa Nimri tampoco me ha parecido nunca una buena actriz y encima aquí en ningún momento resulta creíble como una alta ejecutiva que quiere un puesto aun más alto en otra empresa, aunque eso si, al final enseñará cacha, claro; Eduardo Noriega, otro de los más sobrevalorados de nuestro panorama actoril y que, aunque como pijo da el pego y tiene sus momentos, está muy lejos de los mejores en este film; la Verbeke no sé si es exclusivamente culpa suya o del personaje, pero lo cierto es que parece que está ahí para romper el ritmo y la tensión que consiguen transmitir las situaciones que se les van planteando a los aspirantes y por ende a nosotros.
Por suerte para el espectador, la historia y la participación de Carmelo Gómez en especial, y de Adriana Ozores, Eduard Fernández y Pablo Echarri en menor medida, consiguen que la calidad del film no decaiga del todo pese a que la presencia de algunos sea casi testimonial y que, sobre todo Gómez y Ozores, desaparezcan tan deprisa de la ecuación.
Volvemos a caer, como tantas veces, en meter con calzador en el guión escenas como las de los baños, que no solo son realmente innecesarias para entender las motivaciones de los personajes, sino que están alargadas en exceso y rompen, una vez más, el ritmo narrativo de la trama, sacando a nuestros aspirantes de la sala, que en mi opinión es posiblemente uno de los mayores errores del guión.
Me ha parecido un buen ejercicio para nuestro cine, que hace pensar al espectador si, en el fondo, sería capaz de llegar hasta donde llegan algunos de nuestros protagonistas para ser el último en salir de esa sala de reuniones y que con más tiempo en pantalla para los que de verdad saben de eso de actuar habría sido mucho más grande de lo que a mi me ha parecido. Aun con todo me ha parecido una buena película que recomendaría ver, sobre todo en estos tiempos tan de "yo, mi, me conmigo" que vivimos.
Nota: 6

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