lunes, 9 de marzo de 2015

Luz que agoniza podría haber sido un episodio de "Se ha escrito un crimen".

Esta es sin duda una de esas joyas del cine clásico que uno no se puede perder y estoy segura de que al Sr. Purgatorio también le gustó la visita al Londres victoriano.  Es tan listo que enseguida se dio cuenta de la clase de persona que Charles Boyer en su papel de Gregory, es.
"Luz que agoniza" o "Luz de gas" que es su traducción literal nos habla de la capacidad de una persona de manipular la mente de otra hasta el punto de hacerla creer que es algo que en realidad no es. No sé vosotros pero yo siempre he oído la expresión "hacer luz de gas a alguien", esto es, convencer a alguien de que ha hecho algo que no ha hecho o que ha dicho algo que realmente no ha dicho y todo esto con tal habilidad que uno realmente llega a dudar de sus actos y de sus dichos.
En esta película se nos muestra a una joven Ingrid Bergman soberbia en su actuación, lo cual le valió un merecidísimo Oscar. Una mujer que por momentos se la ve débil y pusilánime pero tan enamorada que acata sin rechistar cualquier orden o sugerencia de su esposo sin llegar a sospechar de la maldad que habita en su corazón y completamente convencida de que lo que hace es por su propio bien.
Angela Lansbury en su papel de criada descarada e impertinente tampoco tiene desperdicio, dan ganas de darle una bofetada. En su papel en la serie "Se ha escrito un crimen", también presenta esa faceta de señora impertinente y metete. Será que es lo que le va.
La atmósfera sombría y de algún modo siniestra recrea un ambiente de inquietud que envuelve al  espectador haciendo que éste llegue a sentirse frágil y vulnerable como la propia protagonista. Para mi gusto es una obra maestra del suspense y del thriller psicológico con un final que incuestionablemente es lo mejor del film. Pero esta es como siempre mi más humilde opinión ahora vendrá la que realmente interesa, la del hombre capaz de analizar hasta la llama de la lámpara de gas.
Como bien dice mi señora, me gustó y mucho la visita a ese Londres del que en realidad tan poco se nos muestra, ya que casi todo lo importante sucede en una mansión que esconde más secretos de los que pudiera parecer a simple vista, además de muchos recuerdos para nuestra protagonista, la bellísima y voluptuosa Ingrid Bergman, que está ciertamente sublime. La gestualidad de su rostro  sería vergonzosa para actrices de hoy como la chavala de Crepúsculo, porque Bergman es capaz de transmitirnos todas y cada una de las emociones por las que va pasando gracias principalmente a sus ojos, pero también al resto de su cara, de la cual no deja ni un músculo sin usar a lo largo del metraje.
Pero cuidado, que el brillo de esa rutilante estrella no os impida ver la no menos brillante interpretación de Charles Boyer, sin duda magnífico, tanto que solo con observarlo no es difícil saber cuáles son sus intenciones desde un principio y quizá sea ese uno de los problemas si estáis ya muy acostumbrados a ver thrillers o películas de suspense por ser más castellanos.
En "Luz que agoniza" se nos esconden algunas cosas pero solo las más importantes, porque el resto no son difíciles de descubrir. Lo que pasa es que quizá, si nos hubieran hecho pensar demasiado, nos habríamos perdido las maravillosas interpretaciones de todo el reparto. Algo similar a lo que sucedía con las apariciones de Hitchcock en sus propias películas, que distraían al espectador de lo realmente importante. Realmente, como en casi todo el cine clásico, el drama subyacente es casi siempre el más importante, el vehículo que nos transporta enseñándonos el misterio pero regodeándose en las interacciones entre los personajes, sobre todo los protagonistas.
Fue un placer descubrir a mi querida Angela Lansbury haciendo un papel mucho más cínico que por el que muchos de mi generación la conocemos principalmente, el de la señorita Fletcher. Si, Sra. Purgatorio, aquí es cargante igual que la susodicha señora, pero mientras en la serie era incluso tierna, aquí es de un cinismo más que patente y además divertido, poniendo el contrapunto al humor más típico y blanco del personaje de la señorona cotilla que conocemos en el tren. Joseph Cotten también lo borda como secundario, completando un reparto de muchísimos quilates.
Ojalá se siguiera haciendo hoy día este tipo de cine, donde importaban más la calidad de las interpretaciones y lo que nos transmitían, que sorprendernos con efectos especiales que aquí se reducen al titilar de una llama de gas. Ah, y ojalá hubiera pedido antes en "matrimonio" bloguero a la Sra. Purgatorio, porque no solo el Motel tiene más variedad, sino que además, ahora, me estoy obligando a ver cine clásico y disfrutando como un enano.

4 comentarios:

  1. La verdad es que ese es uno de esos clásicos para los que "nunca encuentro tiempo", pero tras leer esta entrada me han entrado muchas ganas.
    ¡Malditos días de 24 horas! Hay tanto cine por ver...

    Gran entrada compañeros.

    @Ociopalabras

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    1. Saludos Alex.
      Pues vale la pena que le hagas un hueco en tu apretada agenda cinéfila porque seguro que la vas a disfrutar enormemente. Me resulta curioso que con el poco cine clásico que he visto yo, haya tantos que no habéis visto esta aun. Demasiadas películas y demasiado poco tiempo jajajaja.

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    2. Y que lo digas. Hay tanto cine y tantas seres por ver, tantos libros por leer, tanta música que escuchar... No nos llegarían, ya no digo dos sino, varias vidas.

      Yo he visto mucho cine clásico cuando era un tierno infante y muchas de las que he visto ni siquiera me acuerdo. También es cierto que era muy de Hitchcock, los hermanos Marx y cosas más light.

      @Ociopalabras

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    3. Pues Alex, esta no tiene nada que envidiar a muchas de Hitchcock y a mi me pareció muy entretenida y ligera de ver. Recomendadísima en ese sentido.

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