sábado, 6 de diciembre de 2014

Blade II Acción gamberra y sin freno de la mano de Del Toro

Hacía mucho que no veía esta segunda entrega de Blade y algunas cosas, las más cutres, no las recordaba. La memoria que es muy selectiva. En realidad lo peor es el inicio con esa voz en off de Blade/Snipes contándonos la trama de la primera al estilo de lo que ocurre, por ejemplo, en muchas series de televisión y la verdad, para una película de cierta calidad queda un poco "meh".
Una vez pasada esa vergüenza veremos leches y disparos a espuertas en los minutos iniciales en los que Blade realiza un rescate de esos inverosímiles que tanto molan en este tipo de cintas. Digo lo de inverosímil porque, seamos sinceros, llega un momento en que tú piensas, vale que Blade, o el héroe que sea, es la pera limonera, pero es que los que defienden el lugar son nivel uno y Blade nivel cien...
Como Whistler/Kris Kristofferson se había tomado un descanso, nuestro vampiro tiene un nuevo fabricante de juguetitos, Scud/Norman Reedus, tan conocido hoy por The Walking Dead pero un don nadie por aquellos tiempos.
La trama se reduce a que los vampiros, a los que Blade masacra sin piedad, solicitarán su colaboración para acabar con una nueva clase de chupasangres, los "Segadores", unas simpáticas criaturas que a la hora de alimentarse tienen unas bocas a medio camino entre los "Predators" y los "Aliens". De esta última saga, de su segunda parte en concreto, toman casi todo, pues al fin y al cabo se trata de una cacería de bichos y sustituimos a los marines por un grupo de soldados de elite vampíricos que, la verdad, molan mucho. Sus maneras de pelear son variadas, lo cual da mucho juego en las numerosas escenas de acción. Blade sería más el Apone de aquella maravillosa peli de los ochenta que una Ripley.
Como casi siempre en estas producciones, no se puede esperar gran cosa de las interpretaciones, pero Snipes vuelve a estar correcto, pese a las sobradas con las gafas de sol, otra ridiculez que sobraba. Su manera de tratar a sus "aliados" vampiros, sobre todo al interpretado por Ron Pearlman, actor fetiche de Del Toro, plasmarán el humor típico de este tipo de films. De los demás, destacar a Reedus, en el que son reconocibles muchos gestos que vemos a día de hoy en su Daryl, que hará de sus féminas seguidoras de hoy que no recordaran que salía en esta película.
Opino que se cometió un fallo al querer hacer los combates tan espectaculares que necesitaran de realización digital de los mismos, porque se nota muchísimo que no son los actores de verdad y queda fatal, pero fatal. Por fortuna esto solo sucede en un par de ocasiones.
Aquí el guión de David S. Goyer ya va bajando enteros y pocos momentos destacables tiene, profundizando muy poco en la historia y demostrando de nuevo que, el hacer interesantes los romances no es lo suyo. No lo consiguió en la primera entrega, donde el personaje femenino al final sirve de poco, ni aquí, donde la hermosa Nyssa/Leonor Varela funciona como fémina de armas tomar pero poco más.
Otro fallo que se comete es que el malo principal Nomak, el "Segador" original, pese a disfrutar de algunas escenas en las que ayuda a hacer avanzar la historia, en el fondo no es más que otro de los muchos bichos a los que hay que cazar y esta es una caída libre que Goyer inicia aquí y se rematará en la tercera pero de eso ya hablaremos mañana.
Estamos ante una buena película de acción, por debajo de la primera entrega, porque, pese a que el guión de aquella no es que fuera una maravilla, tenía algo más de chicha. Muy simpático el cameo de Santiago Segura y grandes momentos de humor con Blade y sus bravuconadas. Ideal si te gusta ver cine sin más pretensiones que el entretenimiento puro y duro. Eso si, de nuevo, no es apta para toda la familia como si suelen serlo las producciones basadas en cómics Marvel.

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