jueves, 23 de octubre de 2014

Conan, el Destructor. Espada, brujería y testosterona.


Dicen que segundas partes nunca fueron buenas y, aunque no es algo que se cumpla a rajatabla, si es cierto que en el caso de la segunda entrega de las aventuras de Conan las cosas que flojean pesan más que las que se mejoran respecto a la primera.
Ya en los títulos de crédito iniciales se nota un cierto "cutrerío" que era muy habitual en aquellos años, aunque es hasta cierto punto perdonable. Lo que no lo es tanto, y hablaré de nuevo de ello, es el tema de la banda sonora.
Los primeros minutos de la película son mucho más directos, no en vano ya conocemos a Conan, y también nos dejan claro que vamos a tener mucha más acción, mejor rodada, y más aventura que en la anterior. Pasamos de una historia de venganza a una trama algo más elaborada, mejor hilvanada que en la primera, donde, como ya decía íbamos muy a saltos.
Donde más aguas hace sin duda es en el reparto. Baste decir que Schwarzenegger es probablemente el mejor, porque Sarah Douglas/Taramis queda muy lejos de James Earl Jones, no solo como villana, sino como actriz, ya que le falta pasión a raudales. Mientras que Jones imponía con cada frase por su voz, Douglas parece estar leyendo sin más las líneas de diálogo.
La sobreactuación de Olivia d'Abo como princesa consentida se hace insoportable en determinados momentos de la película y llega a darte igual la posibilidad de que le suceda algo. Ella no es la única, sin embargo, porque el compañero de andanzas de Conan y el ¿hechicero? oriental no le van a la zaga.
Pese a esos esperpentos, lo cierto es que la película tiene unas peleas, duelos de espada incluidos, mucho más elaborados que en "Conan, el Bárbaro" manteniendo e interés y mostrándonos a un Arnold mucho más hábil en el manejo de las armas, secundado por una, demasiado chillona para mi gusto, Grace Jones.
Algo que no terminé de entender es que Poledouris hiciera ese refrito de la banda sonora de la primera. Puedo comprender que uses ciertas melodías o "themes" en momentos concretos, pero que haya que estar muy atento para encontrar piezas nuevas y que demuestren su calidad como compositor es bastante decepcionante.
"Conan, el destructor" no llega a la calidad del cine de aventuras con mayúsculas del cine ochentero, léase "La Princesa Prometida", ni siquiera a la de su predecesora, pero es disfrutable para quienes busquen pasar un rato entretenido y sean seguidores del gigante austriaco, como es mi caso. Si buscas algo sesudo, pasa página y sigue buscando.
Nota: 5
 

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