martes, 8 de abril de 2014

Los peligros del interrail o Hostel

Hostel es aquella película que te vendían diciendo, que era lo más fuerte que había visto nunca, que todo lo que pasaba en ese edificio era lo peor de lo peor... Pues vamos a analizar un poco esta obra de terror de Eli Roth.
Para empezar, tenemos como media hora o más de desfase a base de testosterona de tres universitarios, dos estadounidenses y un islandés, lo cual te hace pensar, entre teta y teta que aparece por pantalla, si no te habrás equivocado y estarás viendo una de las de American Pie o similares...
Pero claro, los chavales, pese a las drogas, el alcohol y el folleteo del que disfrutan en Ámsterdam, se sienten vacíos y con necesidad de ampliar sus miras culturales. Afortunadamente para ellos, cuando vuelven al hostal en que se alojan, es tan tarde que no les abren y otro joven de moral dudosa, les ofrece subir a su piso, picadero o lo que sea. Tras una conversación muy intelectual les dirige hacia Europa del este, donde les dice que van a encontrar chavalas de las que dicen que si a todo, incluso cuando dicen no... y claro, para allá que se van los chavales, que son muy sacrificados ellos.
Hasta aquí el único miedo que pasas es pensando si todo el metraje va a ser así...
Los inicios en el nuevo destino de los chavales, tras cruzarse en el tren con el primer tío raro de la película (no va el tío y dice, mientras se come una ensalada con pollo que siempre hay que comerse la carne primero y luego el verde... vaya psicópata de libro), siguen por los mismos derroteros... Discoteca, ligoteo, prácticas sexuales varias... pero cuidado, que cuando uno de los americanos se despierta, resulta que su compatriota ha desparecido... empieza lo bueno... o no.
Con el paso de los minutos y alguna desaparición más descubriremos, mediante más desapariciones, que en esta ciudad hay un sitio donde le hacen cosas muy malas a la gente... peor que ponerte por ejemplo la discografía de Enrique Iglesias completa, y en directo... vamos, unos auténticos seres despiadados lo que nos encontramos ahí.
 
Veremos un discursito grandilocuente de uno de los angelitos que pululan por allí mientras utiliza sus utensilios sobre el cuerpo de un pobre chaval. Con eso te imaginas, guay, ahora este tío es el malo malote y némesis, de los protas que quedan vivos, algo de chicha y sentido en la trama, aunque sea poco.
 
Pero el tema no va así, porque allí van todos los que se pueden permitir pagar lo suficiente para torturar gente... con lo cual ninguno de ellos es realmente importante y sirven como excusa para mostrar una violencia no tan desmedida como nos vendían, aunque no apta para todos los estómagos.
El crescendo final es el típico de víctima que consigue escapar malamente y más vapuleado que un alfombra el día de limpieza general, con momento rescate, momento venganza, etc.
Para mi, el problema de esta sobrevaloradísima película entre muchos amantes del terror, es que ni siquiera tiene una trama interesante donde se justifique el uso de la extrema violencia que se nos presenta y encima no hay ni una actuación que destaque a lo largo del film.

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